miércoles, 21 de marzo de 2012

Del fogón a la política, el rol de los cocineros modernos


Los cambios de paradigmas económicos, políticos, y por supuesto sociales, que se han generado por múltiples factores en los últimos años, han influido de manera directa la gastronomía mundial. Ha llevado a los Chef a transformarse en “Influenciadores”, atípicos líderes políticos, sus negocios enarbolan las banderas patriotas y los ingredientes autóctonos los transforman en orgullo nacional.
Ya dejaron atrás las clases magistrales de cocina y se han abocado a promover la gastronomía como un motor social que aumenta el autoestima de los pueblos y promueve la biodiversidad.
Este cambio radical de discurso que se fortaleció en la primera década del siglo XXI, vio su máxima expresión, hasta el momento, en septiembre del año pasado, durante la cumbre del G9, evento en el que el grupo de los profesionales de mayor influencia mundial en el área culinaria, conformado por el español Ferrán Adrià, el danés René Redzepi, el peruano Gastón Acurio, el británico Heston Blumenthal el francés Michel Bras, el brasileño Alex Atala, el estadounidense Dan Barber, el italiano Massimo Bottura y el japonés Yukio Hattori, presentaron la Declaración de Lima como una propuesta enfocada en dinamizar la filosofía de aquellos que trabajan los fogones.
En este manifiesto se destacó la importancia de la biodiversidad y la relación del oficiante con la naturaleza, la cocina como promotora de la cultura, motor económico y, claro está, clave para el fortalecimiento de valores.
Adrià, en una de sus declaraciones de mayor alcance luego de presenciar el éxito de Mistura 2011, dijo “he visto un fenómeno social increíble: la cocina puede ser un arma social”.
Este nuevo rol que han asumido los principales líderes del área ha generado todo un debate, pues, como es de esperar, hay grupos que consideran que están fuera de orden, y piensan que su lugar es en la cocina. Jay Rayner, crítico inglés de larga trayectoria , le restó mérito al G9 al escribir en su su Blog publicado en el diario Británico The Guardian. Según él, estos cocineros no tienen autoridad moral para crear “una receta para la paz mundial”.
En paralelo, están quienes los promueven y les abren nuevos espacios para su desenvolvimiento, como lo ha venido haciendo otro importante crítico, el español Ignacio Medina, quien a procurado establecer puentes culturales entre países, trabajando con valiosos cocineros formándolos e incluso guiándolos en el desarrollo de una visión mucho más profunda que solo cocinar. El respaldo de Medina a movimientos gastronómicos como el peruano, mexicano y ahora el venezolano ha sido clave.
Más reciente, en la Reunión Anual del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), el Chef Gaston Acurio, invitado al evento como empresario, expuso que uno de los objetivos planteados hoy en día es buscar “no sólo cocineros, sino líderes, que reinventen, que tengan vocación por su comunidad, que no olviden de dónde vienen” reflexionando a la vez sobre la situación actual de América Latina declarando que “…nuestra situación es vergonzosa para unos, indignante para otros, pero para todos es inaceptable, tenemos que ir incorporando nuestra esencia al mundo, es importante diseñar una estrategia.”
No cabe la menor duda que la gastronomía y sus protagonistas dejaron de estar solo en los fogones, hoy forman parte activa de la sociedad y su participación es cada vez de mayor alcance. En una sociedad que gira en torno a comida, no habrá de extrañarnos la posibilidad que un cocinero llegue a ser Presidente de un país… Quién sabe, hoy todo es posible.